domingo, 7 de octubre de 2007

Revista Axolotl n° 22

Salió el número veintidós de Revista Axolotl.

Mi nota se titula
“El arte según Walter Pater”. Originalmente había sido pensada como una reseña de la novela Mario el epicúreo (Marius the epicurean, 1885), pero sospecho ahora —con la distancia que dan algunas reescrituras y una segunda publicación— que siempre se trató, en realidad, de una excusa para volver a hablar del genial Oscar Wilde.

Acaso nunca haya existido otra posibilidad, acaso hablar de Walter Pater obligue a hablar de Oscar Wilde. Pater fue maestro de Wilde, y muchas de las ideas con las que tropieza Mario en aquella Roma del siglo II ya todos las hemos escuchado antes de labios de Lord Henry, de Basil Hallward y del propio Dorian Gray.


Escribí:


“Con sólo volver algunas páginas de esta novela de Pater asistimos a un descubrimiento feliz: es la primera vez que leemos a Pater, pero la sensación que nos embarga es la de reencontrarnos con un viejo amigo, con un amigo de la infancia que añoramos”.

Hay en el título de mi nota, incluso, un juego de espejos con otra nota que publiqué en los primeros números de Axolotl, hace ya tres años:
“La vida según Oscar Wilde”.



Mientras Harold Bloom incluyó a Pater en su catálogo de “Genios”, Borges —eterno admirador de Wilde— sentenció que Pater era un estilista admirable… y un novelista ilegible. Yo, por mi parte, ando tras los pasos de Gaston de Latour, su segunda novela, que se publicó inconclusa tras su muerte.